Yo soy uno de ellos
El Santo moreno
tiene entre sus manos
dolencias de pobres
tragedias de antaño.
Tiene en su mirada
gritos de palomas,
palabras cruzadas.
Plegarias y rezos
recoge en su palma.
El Santo moreno,
viene con su escoba
derrotando imposibles,
predicando esperanzas.
Nos trae evangelio
de madres que barren
y encuentran tesoros
que nunca esconden
y siempre comparten.
El Santo moreno
me mira y lo miro
y su mirada clava
en miles de anhelos,
de pequeñas heridas
y grandes consejos.
El Santo moreno
se queda en penumbra,
—y entre silencios—
recoge las cartas
de fieles eternos…
Yo soy uno de ellos…
(Rogelio)
* * *
El Santo
Se le fue la tarde leyendo
poemas en la iglesia de San Martín.
Al levantarse y ver de nuevo
los vitrales luminosos
—después de pensar
en darles la espalda e irse—
imaginó en sordina el ruido de los autos
y todas las frecuencias de sonido
que se le pegarían a la cara.
Entonces, decidió dormir ahí,
depositarse en la ternura del silencio
o echarse a descansar en una imagen tibia
y alimentarse solo de luz… solo de Luz.
(Javier)
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