Santísimo Cristo a la Columna de La Orotava

Santísimo Cristo a la Columna

Foto de principios de los años veinte del Siglo XX

Sagrada imagen, celestial figura,
A quien da alientos el primor del arte;
Tu perfección, tu gracia, tu hermosura,
Admiro en todo como en cada parte:
Veo, en ti un hombre lleno de amargura
Atado a una columna, y al mirarte,
Me parece, ¡ay Jesús! que oigo el crujido
Del duro azote que la carne ha herido.

                        María Joaquina Viera y Clavijo
                                     (octava compuesta al Cristo atado a la Columna de La Orotava)

Esta hermosísima imagen, una de las más bellas de la estatuaria religiosa en Canarias, y por la cual el vecindario orotavense siente una sincera y profunda devoción, fue donada a la Iglesia de San Juan Bautista de esta villa, según consta en documento público de 22 de Enero de 1689, por el ilustre orotavense, Canónigo de la Catedral de Canarias, don Francisco Leonardo de Guerra, que lleno de fervor religioso y entrañable amor a su patria quiso dejar a su pueblo natal el gran recuerdo de esa gloriosa efigie, con la expresa condición de que «al retorno de todas las Veces que dicha Santa Imagen la sacasen en procesión se había de cantar un responso por el alma del donante y la de sus padres, cuyo compromiso tendría el carácter de perpetuidad».

El Sr. Leonardo de Guerra hizo traer la mencionada Imagen de la ciudad de Sevilla, y a juzgar por la época de su donación, que coincide con el periodo del florecimiento de la escultura religiosa en la ciudad de Betis, casi podemos afirmar, dada la plasticidad que encierra, la irreprochable factura de sus líneas, la expresión dulce y serena de su rostro, donde parece resplandecer los fulgores de la divina gracia, que es una obra, si no del mismo Martínez de Montañez, de uno de sus predilectos discípulos, pues solo a un buril educado bajo los auspicios de tan maravilloso artista le es dado dar relieve y vida a una bellísima imagen como nuestro Santísimo Cristo a la Columna.

Don José Luján Pérez, el gran escultor canario, que tan hermosas huellas de su incomparable arte dejó en nuestro Archipiélago y en particular en esta villa, donde sus imágenes reciben fervoroso culto, cuentan que vino expresamente desde la ciudad de Las Palmas, donde residía, atraído por la fama de la efigie mencionada, de la que casi no se separó, durante tres días, absorto en su contemplación y estudiando e inspirándose para las que mas tarde había de esculpir destinadas a las Iglesias parroquiales de la ciudad de Guía y Villa de Teror, en Gran Canaria, que se honran y muestran orgullosas de poseer tan artísticas y valiosas joyas.

Si grande es la devoción que inspira el contemplar el Cristo a la Columna, resplandeciente de hermosura, rodeado por los centenares de luces con que el culto le engalana en su templo, mas grande es la fe que inspira en el silencio augusto de la noche del Jueves Santo, cuando le vemos descender por las calles de la Orotava seguido por un vecindario devoto, enardecido por el entusiasmo de su religiosidad, que no separa los ojos de la Santa Imagen y en cuyas mirada: parece que fulgen los latidos de sus católicos corazones…

Pedro Gil. «Heraldo de Orotava», 25 de marzo de 1923.

Cristo atado a la Columna

Oración

Átame, Señor contigo,

con lazos de amor,

a la columna sólida

de la voluntad del Padre.

Y ayúdame a permanecer allí,

venga lo que viniere

en tu compañía.

Apiádate del dolor,

el pesar y el abandono

de los que al pié de tu trono

vienen a sacrificar su amor;

de sus penas incesantes

calma el acervo dolor

que te ofrecen suplicantes:

¡Misericordia, Señor!

* * *

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