Los Santos de Perú

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Pintura de Georcio Sánchez Hernández (foto por Tacho Juárez H.)

En Lima, entonces capital del virreinato, floreció una constelación de santos reunidos en este cuadro: Santo Toribio de Mogorvejo, Fray Martín de Porres, Santa Rosa de Lima, San Juan Macías y San Francisco Solano. Estas figuras vivas de santidad constituyeron un papel importante en la sociedad limeña de aquella época, pues eran una fuente viva del mensaje de Cristo y de su evangelio y la encarnación de la gracia divina en la tierra:

Santo Toribio de Mogrovejo, obispo de Lima, que siendo laico, de origen español y licenciado en leyes, fue elegido para esta sede y se dirigió a América donde, inflamado en celo apostólico, visitó a pie varias veces la extensa diócesis, proveyó a la grey a él encomendada, fustigó en sínodos los abusos y los escándalos en el clero, defendió con valentía la Iglesia, catequizó y convirtió a los pueblos nativos, hasta que finalmente en Zaña, del Perú, descansó en el Señor. Las últimas palabras que dijo antes de morir fueron las del salmo 30: «En tus manos encomiendo mi espíritu». Santo Toribio tuvo el gusto de administrarle el sacramento de la confirmación a tres santos: Santa Rosa de Lima, San Martín de Porres y San Francisco Solano. El Papa Benedicto XIII lo declaró santo en 1726.

San Francisco Solano, gran apóstol de América del Sur y especialmente de Perú, en cuya capital, Lima, está enterrado, San Francisco Solano nos trae el ejemplo de tantos misioneros franciscanos y de otras congregaciones, que entregaron su vida por entero a la evangelización del Nuevo Mundo. Pronto se ganó el corazón de los indios por su mansedumbre y el conocimiento que adquirió del idioma nativo. Su vida penitente, sus trabajos y privaciones le fueron restando fuerzas y por ello se le traslada a la enfermería del convento de San Francisco de Lima, donde tras breve enfermedad, muere el 14 de julio de 1610. Su entierro fue apoteósico, asistiendo toda la ciudad, desde el virrey y el arzobispo hasta los más humildes, todos con la misma idea de haber asistido al entierro de un santo. Fue canonizado en 1726 por Benedicto XIII y es llamado «el Taumaturgo del Nuevo Mundo», por la cantidad de prodigios y milagros que se le atribuyen.

San Juan Macías. Juan de Arcas Sánchez, San Juan Macías, O.P., el gran amigo y confidente de San Martín de Porres. Amigos íntimos en vida habría que destacar la coetaneidad de ambos santos: San Martín en el convento del Rosario, San Juan en el de la Magdalena. Martín debió de ver en Juan, al hombre que sólo Juan era; al hombre ensoñecido y ensimismado, al pastor de ovejas y luceros, al “raro”. Los dos cooperaban en socorrer a pobres y enfermos, y se ejercitaban intensamente en la caridad para con sus hermanos. También en ocasiones gustaban de orar juntos, y especialmente en el caso de Juan, buscando la salvación de las almas del purgatorio. San Juan Macías murió en Lima el 16 de septiembre de 1645. Fue beatificado por Gregorio XVI en 1813 y canonizado por Pablo VI el 28 de septiembre de 1975. Sus restos están junto a los de su gran amigo San Martín de Porres y a los de Santa Rosa de Lima, en el altar de los santos peruanos en Lima, en la Basílica del Rosario.

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Santo Toribio de Mogrovejo, Santa Rosa de Lima y San Martín de Porres (Foto José Antonio Benito)

Santa Rosa de Lima. Isabel Flores de Oliva era el nombre original de Santa Rosa de Lima, terciaria dominica y primera mujer canonizada en América (Clemente X, 2 abril de 1671). El gran día del nacimiento de la Santa, nos recuerda a Belén por la humilde gruta en que vino a este mundo el Hijo de Dios; porque nació la primera flor de santidad del Nuevo Mundo, en la pobreza y en el ambiente sano que hasta hoy se respira en el oratorio de la Santa. Desde niña Rosa dio muestras de gran espiritualidad propiciada por la oración. Consagrada a Jesucristo y devota de Santa Catalina de Siena, con grandes dotes de penitencia, conoció el sufrimiento de los estigmas y la clarividencia de las apariciones en sus místicas conversaciones con la Virgen. Su fiesta religiosa se celebra el 23 de agosto, aunque anteriormente se celebraba el 30 de agosto que es precisamente la fecha que se mantiene en América Latina. La figura de Rosa de Santa María en el corazón del pueblo peruano representa un símbolo de integración nacional, pues en ella convergen todas las clases sociales. Aunque no está probado de manera fehaciente sí es muy probable que Santa Rosa y San Martín de Porres tuvieran alguna amistad y algún tipo de colaboración en actos de caridad. Santa Rosa de Lima, mujer sencilla y humilde, cuyo testimonio constituye un ejemplo para vivir la santidad en la vida ordinaria en los tiempos actuales.

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