“Padres, para nosotros no habéis muerto”.
Hoy se cumple el 25 aniversario de las muertes de los misioneros polacos Miguel Tomaszek y Zbigniew Strzalkowski, Franciscanos Conventuales, asesinados el 9 de agosto de 1991 en Pariacoto (Perú) por un comando de Sendero Luminoso. Algunos días después, el 25 de agosto, también sería asesinado el religioso italiano Alessandro Dordi.
Miguel y Zbigniew nacieron en Polonia (país que nos ha dado grandes santos contemporáneos), en el seno de familias católicas, y pronto sintieron la llamada de Dios. Tras realizar sus estudios decidieron seguir los pasos de San Francisco de Asís. Ambos tenían en común, entre otras muchas cosas: una profunda fe, la sencillez y su solidaridad y compromiso cristiano. Es por ello que el Señor dispuso unirlos en el mismo camino evangelizador. De este modo habían llegado, a finales de los años 80, al distrito de Pariacoto (región de Ancash) con el propósito de formar una sólida comunidad cristiana, crear una escuela para catequistas y participar en las visitas pastorales a pobres y enfermos. Inauguraron oficialmente la parroquia «Señor de Mayo« el 30 de agosto de 1989, día de la Festividad de Santa Rosa de Lima en Latinoamérica. Fueron recibidos con entusiasmo y pronto se ganaron los corazones de los lugareños. Miguel Tomaszek se referiría al respecto:
«La gente es muy buena. Los niños nos saludan alegremente, incluso cuando ya los hemos visto varias veces durante el día. Hay muchos jóvenes que constantemente vienen a la iglesia. Aquí nadie toca el órgano, pero los jóvenes les va muy bien con sus propios instrumentos. Tienen un par de guitarras y una flauta (muy diferentes que en Polonia); tocan un instrumento hecho de caña de azúcar (suena bonito), tambores nativos de troncos huecos, algo que se asemeja a una gran vaina de la semilla, con el interior de los granos secos.
Cantan muy bien y en armonía. Tenemos misa todos los días a las 8 p.m. porque durante el día casi todo el mundo está trabajando en el campo o en sus huertas. Lo mismo ocurre los domingos; todo el mundo trabaja. (Por cierto, Zbyszek y los niños de la localidad llevaron casi una tonelada de grava de río hoy, domingo, para poner los ladrillos en diferentes partes de nuestra casa».
Era una época complicada en Perú, a nivel político y económico. Este panorama desembocó en una gran violencia, principalmente por las guerrillas que generaron un conflicto armado (guerra de guerrillas) durante años. Sendero Luminoso sembraba el terror en el país andino, pues era su intención instaurar un régimen comunista por aquel entonces. A pesar de la amenaza en ciernes, los dos religiosos vivían abandonados en Dios y en el prójimo… Hasta que llegó el fatídico día en que fueron sacados a la fuerza de su convento, introducidos en una furgoneta y tras un proceso sumario, fusilados.
Los tres sacerdotes Mártires hablaban la lengua de la caridad de Dios. Provenían de países lejanos. Tenían idiomas distintos: el Padre Miguel y el Padre Zbigniew hablaban polaco, Don Alessandro italiano.
Cuando vinieron a Perú aprendieron a hablar vuestra bella lengua. Pero en realidad la lengua de nuestros tres Mártires fue sobre todo la de la caridad. Su predicación, su comportamiento, su apostolado, su aceptación del martirio fueron lecciones de caridad.
La caridad vence al odio y aplaca la venganza. La caridad es paciente, benigna, no falta al respeto, no se enfada, no lleva cuentas del mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se complace de la verdad. La caridad perdona a los asesinos y genera reconciliación. La caridad todo lo abarca, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. La caridad no acabará nunca (cf. 1 Cor 13, 2-7).
Es la caridad el auténtico sendero luminoso que trae vida y no muerte, que genera paz y no guerra, que crea fraternidad y no división. Es la caridad la que acompaña a la humanidad hacia el paraíso, hacia la Jerusalén celestial, la ciudad del amor ilimitado de Dios y del gozo sin fin…
Ellos son mártires tanto por la sangre derramada por la confesión de la fe ante los asesinos, como por la confesión de la caridad, que transforma nuestra historia, contaminada por el mal, en historia de salvación, fermento de esperanza y de bondad.
Cardenal Angelo Amato, en la homilía de Beatificación de los Mártires de Pariacoto.
La causa de beatificación comenzó en los años 90. En 2015, en el mes de febrero, el Papa Francisco decretó que habían fallecido por odio a la fe; siendo beatificados, en una multitudinaria ceremonia, en diciembre de ese mismo año. El asesino que ordenó la ejecución pidió perdón y su testimonio resultó fundamental para el reconocimiento del martirio.
Oración
Señor, Tú que ungiste con el don del sacerdocio
a tus hijos Miguel, Zbigniew y Sandro
y los enviaste como mensajeros
de la Buena Nueva en el Perú.
Te damos gracias por haberles otorgado
la palma del martirio
y te pedimos que los glorifiques también
con la corona de los santos.
Por su sangre derramada por Ti,
danos fidelidad en la fe,
haznos testigos de la esperanza,
guarda nuestras vidas
y concede a nuestra patria
el don de la paz.
A las víctimas inocentes de la violencia,
recíbelas en tu Reino
y concédeles el premio.
Amén.
* * *
Enlaces recomendados:
Beatos Miguel Tomaszek y Zbigniew Strzalkowski, biografías
Testigos de la esperanza (página web dedicada a los mártires Miguel Tomaszek y Zbigniew Strzalkowski, y Alessandro Dordi)
Debe estar conectado para enviar un comentario.